UN DRÁCULA CON TACONES
Crece en esta ciudad el movimiento gótico. Basta con ir a un ciclo de cine como Museo Negro, leer el viejo blog de Nicolás Colombo, asistir a una jugoteca donde lxs frikis se divierten con los juegos del Mundo de las Tinieblas o incluso ir al Festi Aire, para ver la diversidad de circuitos culturales que participan activamente de esta estética de gama amplia. Referenciado en el terror, las fuerzas nocturnas de la existencia, los márgenes ominosos de la civilización y en las pasiones oscuras, el gótico florece en esa región del ser humano que todavía guarda algun grado de sensibilidad pero ya ningún optimismo. Y no exageramos con que crece, la última proyección municipal de Nosferatu (Murnau, 1922) musicalizada en vivo fue furor: quienes llegaron puntual y no un buen rato antes se quedaron afuera. Había quienes hacían la cola vestidxs de vampiros.
Una ciudad masónica como La Plata, fundamentalista del proyecto moderno, sabe con Goya que el sueño de la razón produce monstruos; aunque esa conciencia no le impida elegirlos cíclicamente y hasta votarlos. Una ciudad derrotada como esta, en fin, es hábil para hacer del bajón una fuerza. Quizá por eso el gótico urbano de la capital provincial, este cuerpo colectivo e impersonal, está cultivando una estimulante renovación de la música platense. Es fácil encontrar sus influencias en una banda marplatense como Buenos Vampiros, por ejemplo, protagonistas del último Festi Aire (ese centro expansivo de la gentrificación birrera que motoriza el keynesianismo cultural) donde ya la gente se sabía sus canciones.
me paralicé / cuando entrabas a mi casa / no supe qué hacer
Canciones como La calma del cementerio, Tengo frío o Puedo ver el mar en tus ojos dan cuenta del imaginario romántico, melancólico y tanático que viene caracterizando al gótico desde su nacimiento y desarrollo, allá por el XVIII, el siglo natal del capitalismo imperial. Visto de cerca, el espectáculo que ofrece la banda es total: con la más excelsa elegancia de lo precario, lxs Buenos Vampiros deslumbran un erotismo ansio-depresivo y fantasioso.
DEL VAMPIRO AL FANTASMA
El documental El Credo (Sasiain, 2019), enfocado en un juicio contra los neonazis de Mar del Plata, explica cómo en la ciudad costera el desempleo y el fascismo crecen de la mano como dos mellizos. Metonímica o sintomáticamente, prefigura cómo la desesperanza socioeconómica motoriza la reacción ideológica, algo que años después pudimos ver a nivel país. Pero no todo es reacción: en ese caldo de cultivo del "no hay futuro" también está el presente adrenalínico del punk y el pospunk, su bajón de adrenalina. Son las músicas del phantom pain de los futuros amputados; el más joven de los neonazis de la película había sido un habitué del circuito punk, junto a muchxs anarquistas.
Acá mismo, en el pantano platense, ya están surgiendo las nuevas bandas de música gótica. Con una gran influencia del britpop, el dreampop, el shoegaze, el post-punk, la darkwave y, por supuesto, el indie vernáculo del gaucho local, surgen bandas como Paralapsus y Abril permanente. Son algunos de los grupos que acaban de nacer, todavía no consiguieron su primer álbum ni tienen mucha presencia en el streaming privatizado; pero ya angelizan la noche de los caídos con sus shows subterráneos.
Entidades oscuras, acaso pertenecientes a algún oscuro círculo enoquiano, compuestas por bajos, voces poderosas y graves, baterías y teclados retromaníacos, fétiches del cristianismo feudal y una estética visual más rockera que pospunk, cantan elegíacamente sobre estar deprimido, despechado, tan solo y esperando la muerte. Los climas son siempre nocturnos, lluviosos, sus escasos contactos con el sol acontecen por descuido, cuando una súbita madrugada les alumbra la resaca. Neo-rolingas fantasmales leyendo a Rimbaud, canta Abril permanente:
tu espíritu es un encanto / pero la luz está cambiando / lo puedo ver en tu piel / que se palidece
un reflejo olvidado / que te da miedo y asco / oh terrible pasado! / no desaparece...
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foto de Camila Flores Catino
Mar del Plata y La Plata, además del topónimo argénteo, comparten características psicogeográficas similares y es que, en pocas palabras, ambas son ciudades derrotadas. Si uno entiende que la posmodernidad no es solo un fenómeno ideológico sino fundamentalmente material1, sabe que el agotamiento del proyecto moderno-iluminista dio por tierra también las ciudades emergentes. Mientras Mar del Plata pasa de ser "La Feliz" (se divierte en primavera y en invierno se quiere morir) a un centro de extracción marino-petrolero, La Plata apenas sobrevive a base de trabajo burocrático y de un precarizado sector terciario como capital de provincia sojera, y ya hay quienes han documentalizado su nacimiento, auge y caída. Basta pasear una hora por la ciudad para encontrar sus cientos de casas abandonadas y sus galpones en ruinas, mientras la especulación inmobiliaria desparrama sus abortos edilicios por las avenidas principales. Es a ese paisaje espectral al que vuelve el sol para fijar momentos que suelen ser terribles.
NADANDO HONDO BAJO LAS MARCAS DEL AGUA
A más de una década de la Gran Inundación de la ciudad y en un contexto global que pide a gritos Muerte y Destrucción, la ciudad engendra una generación de músicxs acosada por fantasmagóricos malestares, que apenas puede proyectar otra cosa que ruinas y parásitos espectrales en sus pantallas del futuro... ¿Cómo podría ser de otra manera, luego de dos hitos apocalípticos, si contamos también la pandemia? Lxs "posrockerxs góticxs" son chicxs que eran adolescentes cuando su ciudad se hundía y que recién empezaban a ser jóvenes cuando el aislamiento social pandémico. De esa herencia inundada podemos encontrar rastros en armas y artilugios, de Paralapsus, por ejemplo, o en el propio nombre de Abril permanente, que no solo remite a un clima otoñal sino al mes de la inundación de 2013. Hay algo en el inconsciente urbano que sabe aunque no lo admita que esta ciudad sigue siendo la más inundable del país. Canta Paralapsus:
río de metal / cruzará las ciudades / mientras nadaré cien mil piés / a lo profundo
algo está cambiando / algo tiene que cambiar
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foto de Camila Flores Catino
Quienes estudiamos el gótico entendemos que la figura del fantasma es una forma particular de la memoria que trabaja sobre el binomio olvidado-reprimido. El fantasma es la insistencia de aquello que creemos olvidado: para Freud, la familia2; para Marx3, la historia. "Repetiremos los refranes / que nos trajeron hasta acá", canta espectralmente la vocalista de Paralapsus en almario. Más allá de que la figura del fantasma no aparezca explícitamente (todavía) en las letras de las canciones de estas bandas, es difícil no bailarlas tronándose los huesos y escucharlas por fuera de la hauntología, un concepto derridiano que retoma Mark Fisher para dar cuenta que "no basta con la ontología -que se ocupa de lo actualmente existente-, sino que hace falta estudiar las reverberaciones del pasado, pero también del futuro, en la organización material del presente"4.
EL ARCHIPIÉLAGO FLOTANTE DEL GÓTICO LATINOAMERICANO
Con sus propios ecos criollos, las bandas góticas de La Plata son estrellas dentro de una gran constelación continental. Por poner un ejemplo de su enorme diversidad, tenemos la creciente fama del neogótico latinoamericano, un género literario dirigido por mujeres como Mariana Enríquez, Mónica Ojeda o Giovanna Rivero, por mencionar solo tres de una parva. Para dar cuenta que el gótico y el cine no tienen una relación meramente retromaníaca, de hecho, Damián Rugna dirigió el film Cuando acecha la maldad. También tenemos otros ejemplos del postpunk / postrock gótico latinoamericano en Laguna Lunar (Chile) o Cruz de Navajas (México), con variadas influencias. Las muestras de una subcultura tan extensa en tiempo y espacio, sus fenómenos sincréticos de tribu global, pueden ser infinitos.
Como sea, aquellxs cultorxs del género gótico que estén leyendo Barrio Marte no deberían perderse las próximas presentaciones de estas bandas. Afortunadamente, su afinidad estética las une tanto que suelen tocar en las mismas fechas. Mientras tanto, quienes estén saboreando esta crónica fantasmal desde otras latitudes de este territorio superpuesto que llamamos internet, les dejo esta playlist en Spotify, curada por su servidor, con la que curtir el eros de la melancolía.
memento mori!
NOTAS:
- Ver La condición de la posmodernidad (Harvey, 1990) ↩︎︎
- Ver Duelo y melancolía (Freud, 1915) ↩︎︎
- Ver El 18º brumario de Luis Bonaparte (Marx, 1852) ↩︎︎
- Ver Los fantasmas de mi vida (Mark Fisher, 2014) ↩︎︎